Decidir a qué edad deben comenzar el entrenamiento específico de portero, es una decisión complicada y no sujeta a reglas establecidas.
En la mayorías de las ocasiones, esta decisión viene dada por el sistema competitivo en el que se encuentre el equipo, es decir, si la competición en la que se compite es o no sin portero. En este sentido no parece haber un consenso formal, al menos en nuestro país: por una parte, algunos de los más famosos formadores (Wein, 1991; Guerra, 2001) abogan por una competición con puesto específico de portero desde los 8 años; mientras que por otra, algunos como Zapatero (2000) defienden una especialización algo más tardía, hacia los 9-10 años. Sin embargo, lo que parece más significativo es iniciar a nuestro portero no en función de la competición que debemos (y debe) desarrollar (aunque demasiadas veces es el objetivo que marca los contenidos de entrenamiento de los entrenadores en la iniciación) sino en función de las posibilidades de aprendizaje que va a tener y del desarrollo (como persona, deportista y portero) que creemos obtendrá con nuestro entrenamiento. Según esta razón, el portero de hockey no debería iniciar su entrenamiento específico y continuado en ese puesto hasta que tenga consolidadas suficientemente las siguientes habilidades:
habilidades motrices básicas
un grado mínimo de coordinación general
un grado mínimo de coordinación segmentaria
la lateralidad
la orientación en el espacio
lo que permitirá realizar diversas actividades con un material extra y no habitual que sin duda modificará muchas de sus pautas de movimiento. Precisamente de esta última indicación es de donde proviene el peligro de una especialización temprana.
Por tanto, es imposible decidir una edad para comenzar la iniciación. Aún a riesgo de ser demasiado limitante se puede presumir que un niño con un buen bagaje motor y buen desarrollo físico de base (mucha actividad deportiva y bien dirigida desde los 3 años) puede comenzar su formación como portero los 8 años, mientras que aquellos que no reúnan esas condiciones, deberían hacerlo a los 10 años. Hasta esas edades, pueden desarrollar sus condiciones como jugadores de campo.
Una buena opción para solventar esta duda es la que plantea María del Carmen Martínez (1996), al indicar que el jugador puede iniciarse como portero en la Fase de Desarrollo (antes existe una Fase de familiarización por la que debe pasar todo jugador) en forma de juego y con intervenciones esporádicas, para comenzar el trabajo específico en la siguiente Fase de Estructuración. Sin embargo, y ahí está la subjetividad de esta propuesta, para ninguna de las Fases se habla de edades concretas, sino que está en función de la preparación anterior y de las posibilidades presentes.
En cuanto a la necesidad de contar con un portero para competiciones desde los 8 años (como en muchas partes de España), una propuesta muy extendida es la hacer pasar a todos los miembros del equipo (salvo los que por miedo se nieguen a hacerlo) por el puesto de portero en los entrenamientos y a ser posible, también en competición, para que alguno pueda manifestar una predisposición especial para esa labor. En mi opinión, esta no es la mejor opción, salvo que nadie quiera ser portero. Creo que el portero debe serlo manera fija y continuada, porque le atrae esa posición tan especial y por tanto, porque quiere; y debe serlo desde el inicio de su formación.
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Bibliografía:
Guerra, Antonio (2001) La Enseñanza del Hockey en la Iniciación. Real Federación de Hockey y Diputación de Málaga. Málaga.
Martínez, Mª del Carmen (1996) Hockey. La actividad física y deportiva extraescolar en los centros educativos. Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid
Wein, Horst (1991) Hockey. Comité Olímpico Español. Madrid
Zapatero, J. Enrique (2000) Curso Monográfico de Entrenamiento Específico de Porteros. Real Federación Española de Hockey. Madrid.